¿De qué manera lo ha ayudado este módulo a pensar en la autonomía de los estudiantes y en el papel de la diferenciación?
Dos grandes tareas en la labor educativa son: la formación intelectual y la formación en valores. En el desarrollo personal de nuestros estudiantes, la meta es lograr que sean autónomos, a través de una autonomía intelectual que a su vez abre posibilidades también para el logro de la autonomía moral, tan importante de alcanzar. Si bien, para padres y maestros, mantenemos firmes en el uso de estrategias que promuevan una mayor autonomía intelectual no suele sernos difícil, en el tema disciplina siempre aparecen dudas y titubeos cuando del proceso de desarrollo de la autonomía moral se trata.
Los niños nacen amorales y por tanto dependen inicialmente de una moral heterónoma; van desarrollando la moral autónoma al crecer. No obstante, valgan verdades, muchos adultos no han desarrollado su autonomía de manera ideal. Pensemos si no, por un momento, en quienes nos rodean.
Los adultos tienden a asumir que se hicieron “buenos adultos” porque fueron castigados cuando tomaban el mal camino. Lo cierto es que muchas veces el castigo logró un buen comportamiento sólo en un contexto de moralidad heterónoma, pero no ayudó al desarrollo de un juicio moral autónomo. Al usar premios y castigos se refuerza la heteronomía natural de los niños, y al intercambiar puntos de vista con los niños para tomar decisiones se refuerza más bien la autonomía moral.
Si queremos que los niños desarrollen una moralidad autónoma, debemos reducir nuestro poder como adultos. Este proceso se da con ayuda de los propios chicos y chicas que estamos educando, puesto que seremos los primeros con quienes ellos ejerciten su capacidad de juzgar autónomamente.
¿Y qué hacer con nuestro temor más grave, esto es, que tengan “demasiada libertad”? Si lo pensamos dos veces, entenderemos que autonomía NO es libertinaje. No hay moralidad, si sólo se consideran los propios puntos de vista. Pero si se consideran los puntos de vista de los demás, si es posible coordinar puntos de vistas y deseos, ya no se es libre para hacer cualquier cosa que pueda afectarlos. Se genera una regla de oro: tratar a los demás como queremos ser tratados.